Lost in translation es una historia demasiado cotidiana y real con la que cualquiera podemos sentirnos identificados. El marco de la película es el agitado y ruidoso Tokio. Charlotte (Scarlet Johansson) acude con su pareja por motivos de trabajo de él a la capital japonesa donde permanecerá una pequeña temporada y donde conocerá a Bob Harris (Bill Murray), un actor acabado que hace spots publicitarios para sobrevivir. La película de Coppola no una historia pasional y mucho menos romántica. Ambos protagonistas viven con una gran estabilidad económica pero tambien con un gran aburrimiento. Ninguno sabe como enfrentarse a su vida con ilusión. No tienen razón ni estímulo de vivir día a día. Y es en ese Tokio acelerado y caótico donde se conocen y donde comparten momentos escalofriantes y congenian desde la primera mirada.
Aunque pueda parecer un argumento confuso, Coppola utiliza la ciudad de Tokio como escenario al ser esta una ciudad llena de gente pero en la que se socializa muy poco. Algo parecido les ocurre a nuestros protagonistas. Repito no es una película de amor, Bob se presenta a Charlotte más como un mentor que como un amante y así tratan de retomar ese sentido deseado a sus vidas.